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En la UAZ, la activista Kenya Cuevas comparte su historia y lucha por las mujeres trans

Zacatecas, Zac., 14 de noviembre de 2025.

En el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) a través de la Secretaría General, la Coordinación de Igualdad y la Colectiva Lésbico Feminista de Zacatecas A.C., llevó a cabo el taller “Reconocer, actuar y transformar: hacia una universidad con igualdad y libre de violencia”, impartido por la activista trans y directora de Casa de las Muñecas Tiresias, Kenya Cuevas.

    Durante su participación, Cuevas expuso la situación actual de la población trans en México, respaldada por cifras, testimonios y proyectos que buscan dignificar sus vidas y sus memorias. Esta actividad formó parte del proceso de sensibilización con perspectiva de género e interseccionalidad, dirigido a directoras y directores de las Unidades Académicas de la UAZ, con el objetivo de reconocer las desigualdades estructurales, visibilizar la diversidad y generar entornos universitarios seguros, respetuosos e incluyentes.

    Antes de hablar de conceptos, leyes o políticas públicas, la activista comenzó contando su historia. Una historia que, apenas pronunciada, sumió al auditorio en un silencio expectante. “Yo crecí bajo la tutela de mi abuela, porque mi madre estaba en su sueño americano y mi padre tenía otra familia. Cuando muere mi abuela, empecé a recibir violencia por parte de mis hermanos; el núcleo que debió resguardarme fue el primero que me violentó por ser diferente en esta sociedad”, relató.

    Desde ahí -desde una infancia marcada por el abandono, la violencia familiar y la necesidad de trabajar desde los nueve años para poder comer- fue revelando la realidad estructural, sistemática e histórica que viven las personas trans en México. No como una teoría, sino como una experiencia vivida en carne propia: el rechazo de su entorno, los maltratos familiares, la calle como única salida y, a los nueve años, el inicio forzado en el trabajo sexual.

    En ese contexto conoció de primera mano las redes de trata infantil, los sistemas de albergue y casas hogar, y descubrió su identidad acompañada de otras adolescentes y mujeres trans que le ayudaron a reconocerse.

    Comentó que con el tiempo entendió que su historia no era una excepción, sino el común denominador de muchas mujeres trans en el país. Esa conciencia y la rabia de saberse desprotegida por un Estado que debía garantizarle derechos la llevó a organizarse. “No podemos seguir esperando a que nos reconozcan. Nosotras mismas hemos tenido que abrir las puertas que siempre nos cerraron”, afirmó. Así comenzó su trayectoria como defensora de derechos humanos, acompañando a otras mujeres trans en situaciones de violencia, en procesos legales, en búsquedas de identidad y en la lucha por el acceso a salud, educación y vivienda.

    En 2016 atestiguó el transfeminicidio de Paola Buenrostro, acontecimiento que la motivó a fundar, en 2018, la asociación civil Casa de las Muñecas Tiresias y, en 2019, el primer albergue para mujeres trans en México: Casa Hogar “Paola Buenrostro”. Desde el asesinato de Paola, la activista se ha dedicado a recuperar los cuerpos de mujeres trans asesinadas o fallecidas en contextos de violencia, pues -dijo- que el 93% de los cuerpos trans terminaban en la fosa común o en laboratorios universitarios, sin reconocimiento de su nombre ni de su identidad.

    Ante esta situación, desarrolló un proyecto arquitectónico único en el país: un mausoleo destinado exclusivamente a mujeres trans. El espacio, ya en funcionamiento garantiza un trato digno, respetuoso y con identidad. “Ahí estamos reconociendo sus vidas y sus memorias, como cualquier persona merece”, explicó.

    Por otro lado, celebró que la UAZ asuma su responsabilidad en la sensibilización sobre los temas que atraviesan las personas trans, pues señaló que, en el ámbito educativo, la exclusión escolar es uno de los factores más relacionados con los suicidios en la comunidad LGBTIQ+. Advirtió que la mayoría de estos casos se vinculan con entornos escolares donde persisten agresiones por parte de docentes, administrativos y estudiantes.

    “Debemos asumirnos como herramientas de vida; formemos jóvenes inclusivos, respetuosos y conscientes de los derechos humanos”, dijo.

    La sesión concluyó con un ejercicio participativo en el que invitó a los asistentes a reflexionar sobre conceptos clave como identidad de género, orientación sexual, expresión de género y características sexuales, subrayando la importancia de comprender estas distinciones para erradicar prejuicios y construir espacios más inclusivos.

    Cabe destacar que, el rector de la institución, Ángel Román Gutiérrez reconoció el trabajo de la Coordinación de Igualdad por impulsar actividades académicas, culturales y de sensibilización que promueven la reflexión y fortalecen una cultura institucional libre de violencia. Asimismo, agradeció la voluntad de las y los integrantes de la Administración Central, así como de coordinadores, coordinadoras, directoras y directores, por su compromiso en la eliminación de cualquier forma de violencia dentro de la universidad.

    “Es fundamental recalcar la presencia de nuestras autoridades porque somos los principales agentes de cambio. No podemos permitir que en nuestros espacios académicos exista cualquier tipo de violencia. Nuestra responsabilidad es construir diálogo, paz y soluciones ante cualquier conflicto”, concluyó.

Texto: Sofía Arellano/ Fotos: Jesús Ortiz/ Revisión: Pamela Girón.