“El ciberacoso no debe minimizarse ni silenciarse”: Mónica Rodríguez Ortíz
Zacatecas, Zac., 11 de noviembre de 2025.
El ciberacoso es una forma de violencia que se ejerce a través de redes sociales, mensajes, correos electrónicos o cualquier medio digital. Así lo expresó la docente investigadora de la Unidad Académica de Psicología (UAP) de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), Mónica Rodríguez Ortíz, quien abordó los efectos psicológicos de esta problemática, el papel del psicólogo en la atención a las víctimas y las acciones que podemos emprender como sociedad para prevenirla.
La especialista definió el ciberacoso como cualquier acción repetida de hostigamiento, amenaza o humillación ejercida por medios digitales. Este puede manifestarse mediante mensajes ofensivos, difusión de imágenes sin consentimiento, suplantación de identidad o exclusión deliberada de grupos en línea.
Rodríguez Ortíz compartió datos alarmantes: según el INEGI, en 2024 el 21% de los usuarios de internet en México ha sido víctima de ciberacoso. Las mujeres presentan una incidencia del 22.2%, mientras que los hombres del 19.6%. Las edades más afectadas son las de 20 a 29 años, seguidas por las de 12 a 19 años. Estas cifras, subrayó, reflejan la magnitud del problema y la urgencia de actuar desde la prevención y la educación.
La investigadora explicó que las víctimas de ciberacoso suelen experimentar ansiedad, depresión, estrés, insomnio y sentimientos de culpa. El impacto psicológico puede ser comparable, e incluso más profundo, que el del acoso presencial, ya que las agresiones pueden reproducirse, viralizarse y permanecer en línea indefinidamente. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la pérdida del apetito, dificultades para concentrarse, aislamiento social y, en casos severos, ideación suicida. “El daño emocional no se ve, pero se siente”, expresó la doctora Rodríguez, y enfatizó que el acompañamiento psicológico es clave para ayudar a sanar.
En este contexto, la docente destacó el papel esencial del psicólogo en la atención a las víctimas: brindar contención emocional inmediata, especialmente en situaciones de crisis o ansiedad intensa; ofrecer terapia individual para fortalecer la autoestima, regular las emociones y afrontar el entorno; capacitar a familias y escuelas para detectar señales tempranas y actuar adecuadamente; y, en casos graves, orientar sobre cómo preservar evidencias y canalizar denuncias ante instancias como la Policía Cibernética o la Fiscalía Especializada. En todo momento, el profesional de la salud mental busca reconstruir la seguridad, la confianza y el sentido de control de la persona afectada.
La especialista subrayó la importancia de generar estrategias de prevención, comenzando por una educación emocional digna. Algunas acciones clave incluyen: no compartir información personal o íntima en redes, configurar adecuadamente la privacidad de los perfiles, promover la empatía digital —es decir, comprender que detrás de cada perfil hay una persona con emociones reales—, dialogar con hijos e hijas sobre lo que ven y viven en línea, y buscar ayuda profesional ante los primeros signos de afectación psicológica. “La clave está en no normalizar la violencia digital. Si somos testigos o víctimas, debemos guardar evidencia, bloquear al agresor y denunciar”, puntualizó.
Para finalizar, la universitaria reiteró que el ciberacoso no debe minimizarse ni guardarse en silencio. “Es necesario hablar, pedir ayuda y denunciar. Estos son actos de valentía que pueden salvar vidas”, afirmó. Como sociedad, concluyó, tenemos la responsabilidad de construir entornos digitales más empáticos, donde la comunicación sea una herramienta de unión y no de daño.
Si tú o alguien que conoces está atravesando una situación de ciberacoso, acude a un profesional de la salud mental, contacta con la Policía Cibernética o con la Fiscalía Especializada en Delitos Informáticos. Nadie merece ser violentado, ni en línea ni fuera de ella.
Texto y foto: Brisia L. Reyes / Revisión: Pamela Girón.

